Esta temporada de verano se espera un éxodo de turistas argentinos en Brasil. Será clave saber qué playas están bajo alarma. ¿Cómo evitamos la contaminación?
Las playas de Brasil serán algunas de las más elegidas por los argentinos en este verano 2024/2025. Sin embargo, hay alerta en algunas zonas por una fuerte contaminación en el mar.
Ya ocurrió en la temporada anterior que muchos turistas manifestaron síntomas de intoxicación por Esterichia Coli y terminaron con enfermedades gastrointestinales, respiratorias o urinarias. Esto causó alarma en Brasil y este año sometió sus playas al Programa Bandera Azul.
Este jurado internacional se basa en rigurosos criterios definidos por la Fundación para la Educación Ambiental (FEE), que abarcan la gestión ambiental, la calidad del agua, la educación ambiental, la seguridad y los servicios, el turismo sostenible y la responsabilidad.
Cómo se evalúan las playas de Brasil
- La calidad del agua según su aptitud para bañarse
- La playa debe tener tachos de basura que permita la separación de residuos según su tipo
- Que esté libre de algas y restos vegetales
- Que haya instalaciones sanitarias en buen estado
- La presencia de socorristas y servicios de primeros auxilios
- La infraestructuras y equipamiento de la playa deben estar en buen estado
- Que haya normas de convivencia con perros y otros animales en la playa
- Que haya una fuente de agua potable disponible
- Si el municipio tiene más de una playa con Bandera Azul, al menos una debe contar con accesos y sanitarios adaptados para personas con discapacidad motora.
En Santa Catarina, el Instituto Ambiental local (IMA) confeccionó un mapa para que los turistas puedan verificar qué playas son aptas y cuáles no. En total, en noviembre se identificaron 177 balnearios aptos para bañarse en sus aguas. Dos de los lugares más críticos son Florianópolis, con apenas 63 playas habilitadas, y Camboriú, con 14.
¿Cómo evitamos la contaminación?
Es sabido que la actividad humana es responsable de la mayoría de los miles de millones de kilos de elementos contaminantes que llegan a los océanos. Los mismos provienen de fuentes como fosas sépticas, vehículos, granjas, tierras de cultivo o empresas. Otras veces se trata de vertidos puntuales y menos frecuentes, pero con un impacto mucho mayor. Por ejemplo, los derrames de petróleo.
En ocasiones, señalan desde la National Oceanic and Atmospheric Administration de Estados Unidos (NOAA), lo que determina la contaminación no es la naturaleza del vertido, sino su concentración. Por ejemplo, los nutrientes que llegan de las actividades agrícolas pueden ser beneficiosos para las aguas en pequeñas cantidades, pero su alta concentración provoca un severo deterioro en la calidad del agua.
A esto se suman los desechos en playas de todo el mundo que van desde pequeños microplásticos o residuos plásticos- representando al menos el 85% del total de los residuos que se encuentran en los océanos-, colillas de cigarro, hasta grandes aparejos de pesca abandonados.
Es necesario, por ello, trabajar tanto en las conductas que adoptamos a nivel individual. La presencia de plásticos y otros contaminantes en las playas de todo el mundo está estrechamente ligada a nuestro consumo, por lo que la principal solución a este problema está en reducir la producción de bienes y servicios.
Además, es importante exigir a los gobiernos una eficiente gestión de residuos, que incluya un estricto control de la descarga de aguas pluviales y desechos contaminantes en las cuencas hídricas.
Fuente: Radio Mitre – BBVA