Una terapia pionera con células madre evitó la amputación del ala de un águila en peligro de extinción. La intervención estuvo a cargo de veterinarios y expertos de la Universidad Nacional de San Martín.
Un avance inédito en el Ecoparque de Buenos Aires le devolvió el vuelo simbólico a Francis. Esta águila coronada hembra estuvo al borde de perder su ala tras sobrevivir a un disparo. Un antes y un después en la biotecnología argentina y en los esfuerzos de conservación de especies amenazadas. El trabajo involucró a un equipo científico y veterinario de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y al propio Ecoparque.
El águila coronada, especie emblema de la avifauna sudamericana, cuenta con apenas mil individuos distribuidos en regiones del centro y sur del continente, incluyendo Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay.
Su rol como depredador tope las vuelve vitales en el equilibrio de los ecosistemas. Sin embargo, su tasa reproductiva, apenas una cría por pareja y por temporada, y solo la mitad de los intentos exitosos, expuso a la especie a una vulnerabilidad extrema.
Micaela Navarro, científica argentina con formación de grado y posgrado en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), donde se licenció y doctoró en Biotecnología, explicó que “la disminución acelerada de ejemplares responde principalmente a factores humanos: caza furtiva, deforestación, tráfico ilegal y el impacto de parques eólicos, entre otros”.

Símbolo de lucha por la supervivencia
Francis fue rescatada en Santa Fe en enero de 2022 tras recibir un disparo, accidental o intencional. Presentaba una fractura compleja en el ala derecha, imposible de resolver con los medios habituales.
El equipo del Ecoparque porteño, integrado por cirujanos, veterinarios y cuidadores, destinó 23 meses a diversos intentos de reconstrucción del ala. Se intentó con cirugías traumatológicas, terapias de ozono, inmovilizaciones y fármacos. Pero ninguno de estos métodos convencionales logró una cicatrización adecuada.
Francis sufría dolores intensos, infecciones recurrentes y rechazo a los implantes ortopédicos. “Estuvieron aproximadamente dos años tratándola, obviamente en la medida que se podía, haciéndole distintos tratamientos para ver si podían curarle la herida. Y no había caso”, relató Navarro.
La amenaza de una infección sistémica obligó a considerar la amputación como única vía para evitar su muerte. “También estaba bajo un programa de antibióticos constante, porque tenía alto riesgo de infección. O era cortarle el ala o probar una tecnología innovadora, que no sabíamos si iba a funcionar”, recordó la biotecnóloga.

Desarrollo innovador
Frente al escenario irreversible, el Ecoparque contactó al grupo de Biotecnología Aplicada a la Reproducción Animal de la UNSAM, liderado por Adrián Mutto y con Micaela Navarro al frente del proyecto clínico.
Con experiencia previa en biotecnologías reproductivas y células madre, el equipo inició la investigación utilizando pollos domésticos como modelo experimental. El desafío consistió en determinar la menor cantidad de tejido necesaria para extraer células madre sin poner en riesgo al ave donante y en desarrollar un protocolo mínimamente invasivo.
Navarro repasó el punto de partida: “A partir de muestras de pollo doméstico pudimos determinar un protocolo, de qué tejido sacarlas y también, obviamente, del tejido del cual lo sacábamos. Tenía que ser una cirugía mínimamente invasiva”.
Con este método validado en aves domésticas, el equipo avanzó hacia otras rapaces y, finalmente, a la obtención y cultivo de células madre de un ejemplar de águila coronada, asegurando que se reprodujeran en laboratorio hasta obtener millones de células para el tratamiento.
Procedimiento y avances clínicos
La intervención consistió en dos aplicaciones locales de células madre combinadas con plasma rico en plaquetas (PRP), separadas por un intervalo de tres meses. Este enfoque regenerativo, empleado previamente en caballos y humanos, nunca antes había sido probado en aves rapaces.

Los resultados clínicos fueron contundentes. Tres semanas después de la primera inyección, ya se observó incremento en la densidad ósea y cicatrización de la piel. Para la sexta semana, radiografías corroboraron actividad ósea, y a las ocho semanas la herida estaba completamente cerrada.
El seguimiento hasta la semana catorce mostró el crecimiento de plumas en la zona tratada, un indicador de recuperación funcional. “Luego de la primera aplicación ya vimos una mejora significativa en lo que es la estructura ósea y en la cicatrización de la piel evitaba la amputación del ala”, explicó Navarro.
El éxito del procedimiento fue posible gracias a la colaboración de profesionales de diferentes campos. Entre los protagonistas directos se destacaron Adrián Mutto (director de Biotecnologías Aplicadas a la Reproducción Animal), Belén Ceballos, la graduada Francesca Tiziana Pérez Profeta (diseñadora del protocolo en pollos domésticos) y la propia Navarro, además de los encargados del bienestar y seguimiento de Francis.
El protocolo desarrollado podría aplicarse a otras especies en peligro y consolidar la biotecnología regenerativa como herramienta para la conservación de fauna silvestre.

Actualidad de Francis
Gracias al éxito de la terapia, Francis conservó su ala derecha y actualmente convive en el Ecoparque con un macho de su misma especie, siendo la primera pareja conocida en cautiverio a nivel mundial.
Se espera que, en la próxima temporada reproductiva, puedan tener crías destinadas a liberar y reforzar las poblaciones naturales. “La idea es que las crías que tenga sí sean liberadas y así ayudemos a repoblar lo que es esta especie”, explicó Navarro.
La historia de Francis constituye un testimonio del potencial de la ciencia aplicada a la conservación y evidencia que, frente a desafíos inéditos, el trabajo interdisciplinario y la apuesta por la innovación pueden revertir destinos que parecían sellados para siempre.
Fuente: Infobae