Los reptiles y anfibios de todos los vertebrados, y los carpinchos dentro del grupo de mamíferos de gran tamaño, fueron las tres especies más afectadas durante los incendios ocurridos en febrero y marzo de 2022 en el Parque Nacional Iberá (Corrientes).
Según los resultados preliminares de un estudio realizado por investigadores de Conicet, coordinado por la Dirección Regional NEA de la Administración de Parques Nacionales (APN).
El escenario fue devastador. Los incendios forestales causaron estragos durante los primeros meses del año pasado. Según datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) de Corrientes de marzo de 2022, se vieron afectadas más de un millón de hectáreas, es decir, el 12% de la superficie total de la provincia.
El fuego impactó en poblaciones de especies amenazadas, por lo que investigadores y técnicos del Conicet encararon un proyecto colaborativo de investigación y relevamiento en zonas quemadas, puntualmente en Parque Nacional Iberá, para evaluar los efectos en la fauna silvestre.
Tras un año de trabajo, el equipo científico logró un informe preliminar y lo compartió con Télam-Confiar, en tanto que las cifras finales de animales muertos en el período señalado serán dadas a conocer en un documento oficial a cargo de la Administración de Parques Nacionales (APN) en las próximas semanas.
“Durante febrero y marzo del 2022, a raíz de los severos incendios que se registraron en la provincia de Corrientes se inició un relevamiento para estimar el impacto sobre la fauna, particularmente vertebrados. Este proyecto se llevó a cabo en el Parque Nacional Iberá y alrededores y se caracterizó por un abordaje interinstitucional donde participaron más de 30 personas, entre técnicos e investigadores de la Dirección Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS), la Administración de Parques Nacionales, con la Dirección Regional NEA como coordinadora del proyecto, y varios institutos del Conicet (IBS, CECOAL, ICBIA, INALI)”, explicó Mariana Raño, bióloga y técnica de la Dirección Regional NEA, de la APN, con asiento de funciones en Corrientes.
Y detalló que “este abordaje permitió una colecta rápida y eficiente de los datos, puesto que se tenía que salir a la zona quemada lo más pronto posible para poder detectar la mayor cantidad de animales muertos y así evitar la remoción por carroñeros”.
“Los resultados nos permitieron concluir que los mamíferos de mayor porte afectados por los incendios fueron los carpinchos; los de mediano porte, los armadillos; y los de menor porte, los roedores. Si consideramos a todo el grupo de vertebrados, los más afectados por los incendios fueron los reptiles y los anfibios, puesto que presentan mayor dificultad para escapar rápidamente de este tipo de eventos debido a sus posibilidades de desplazamiento”, detalló.
Y continuó: “En particular, el Gran Iberá representa un refugio de varias especies de aves que son emblemáticas para la provincia y se encuentran en amenazadas a nivel poblacional (por ejemplo, tordo amarillo, yetapá de collar, monjita dominicana, entre otras), y ante estos eventos de incendios, se ven obligadas a desplazarse y refugiarse en otras áreas para regresar cuando las condiciones mejoran y no representan un peligro para su supervivencia y reproducción”.
“Asimismo -señaló-, el área alberga poblaciones de ciervo de los pantanos, aguará guazú, monos aulladores y grandes concentraciones de carpinchos y diferentes anfibios y reptiles endémicos. En particular, especies que precisan el agua para su supervivencia y alimentación como el ciervo de los pantanos y los yacarés, debido a la sequía que azotaba la región, se desplazaron a los pocos sitios donde quedaba agua, un tanto hacinados”.
Raño consideró que “este tipo de proyectos son relevantes y necesarios, debido a que permiten tomar medidas de manejo adecuadas para asegurar la conservación de diversos ambientes que componen el área y las especies asociadas a estos, particularmente las que presentan cierta categoría de amenaza”.
La bióloga contó en qué consistió la metodología aplicada en el recuento de los animales muertos y las estimaciones de los individuos afectados.
“Se utilizó el método de muestreo por transecta lineal a pie, se trata de recorrer caminando las áreas quemadas para detectar los animales muertos a raíz de los incendios. Para ello se utilizó una aplicación de celular desarrollada por uno de los integrantes del proyecto, el doctor Carlos De Angelo, investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra, Biodiversidad y Ambiente (ICTBA) del Conicet”, comenzó explicando.
“Allí se cargaba la transecta georreferenciada y cada uno de los animales detectados que habían sido afectados por los incendios. Posteriormente se realizó la identificación de cada registro a nivel de especie. Desde equipos técnicos de la Dirección Regional NEA, de la APN y la Dirección de Lucha contra Incendios Forestales y Emergencias (DLIFE), se generaron mapas que permitieron estimar la superficie afectada del Parque Nacional Iberá”, señaló.
En esa línea, manifestó que el 47% de la superficie del Iberá (91.174 hectáreas) se vio afectada por masivos incendios “difíciles de combatir por las características particulares de los ambientes que caracterizan el área protegida conformados en su mayoría por comunidades de pastizales y humedales (cañadas, esteros y lagunas), que dificultan las acciones de control directo”.
“De todas formas, evaluar el impacto de los incendios sobre la fauna lleva tiempo, no es algo que se pueda medir de manera inmediata. El impacto o las consecuencias a nivel poblacional, ecológico y/o reproductivo que provocan estos disturbios, no es posible medirlo de manera inmediata, ni bien los focos logran controlarse. En los distintos grupos de fauna, las consecuencias de estos eventos se reflejan a lo largo del tiempo”, afirmó.
“No obstante -continuó-, los datos que sí son posibles de evaluar y estimar de manera inmediata es el número de animales muertos debido a los incendios y es lo que hicimos con este proyecto”.
“Por otro lado, desde la APN también se está llevando a cabo relevamientos para evaluar la severidad de los incendios enfocados en la vegetación y la evaluación de cómo se están recuperando estos ambientes para entender si hace falta una intervención implementando proyectos de restauración activa o no”, concluyó Raño.
Fuente: Télam