Un perfil de la trayectoria, las conquistas, las peleas y el heroísmo de la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini.
Hebe de Bonafini se abre camino entre una multitud de gente que está hace varias horas en el barrio de Recoleta. Camina con la dificultad propia de la edad y lleva en sus manos un ramo de flores para la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien horas después saldría hacia el Senado para responder desde su despacho las acusaciones del fiscal Luciani.
Ese gesto de Hebe, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, es uno en miles. Junto a otras mujeres comenzó en abril de 1977 su caminata enfrentando a la dictadura cívico militar. Feroz defensora de la democracia, de convicciones firmes y de una militancia indómita que persistió hasta los últimos días de su vida.
Hebe de Bonafini nació el 4 de diciembre de 1928 en Ensenada. Tenía 14 años cuando se casó con Humberto Alfredo Bonafini con quién tuvo tres hijos: Jorge Omar, Raúl Alfredo y María Alejandra.
“Fui una mamá joven, una madre común, siempre jugué mucho con mis hijos”, contó en una entrevista con Rosario Lufrano en la TV Pública por el Día de la Madre. “Éramos una familia muy unida, mis hijos fueron muy diferentes, los tres. El más grande era más paternalista, le decíamos El Duque, y Raúl era más de los bichos. Y Alejandra todo lo estudiaba, sabe de todo ella”.
Fue la desaparición de sus hijos la que la convirtió en una de las dirigentas más importantes en la historia de Argentina. Su hijo Jorge Omar fue el primero en desaparecer. El 8 de febrero de 1977 se lo llevaron de su casa luego de haber sido golpeado en uno de los tantos operativos ilegales de la dictadura. El 6 de diciembre de ese mismo año ocurrió lo mismo con Raúl Alfredo, en Berazategui. Un año después, el 25 de mayo de 1978, desapareció la nuera de Hebe, María Elena Bugnone Cepeda, esposa de Jorge.
“Desde los 15 años ellos hacían política. Yo estaba encantada de lo que hacían mis hijos, como yo casi no pude ir a la escuela, para mí todo era nuevo, me parecía fantástico”, contaba Hebe. “Cuando se llevan a Jorge y Raúl tuvo que pasar a la clandestinidad, una ya está medio preparada o apertrechada. Yo le decía “Raúl, por qué no te vas” y nos veíamos muy poco. Después ya empezó a decirme que me iba a ver cada vez menos, pero quería ver a la nena. Alejandra con sus diez añitos veía a su hermano, pero nunca dijo dónde ni qué hablaban”.
Dos años después de la desaparición de sus hijos, Hebe pasó a ser la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. “Transformamos el odio y la bronca en lucha. En una lucha concreta diaria, permanente, sin dejar nunca la Plaza”, definía Hebe.
En los primeros años de la década del 80, ya durante el gobierno de Alfonsín, la dirigenta intentó entrevistarse con el entonces presidente, quien nunca accedió a recibirla. Tiempo después se negó a darle la mano porque “con esa mano firmó la ley de Obediencia Debida y Punto Final, que permitió que los genocidas estén en la calle el tiempo que quieran”, explicó.
Los gestos políticos de Hebe la diferenciaron de otras madres. En 1986, luego de profundos debates respecto a la Conadep y al desempeño del gobierno alfonsinista en relación con los derechos humanos, un grupo de integrantes se separó y fundó Madres de Plaza de Mayo – Línea fundadora, encabezadas por Nora Cortiñas y Tati Almeida.
Durante los 90 también se enfrentó al gobierno de Menem. “El día del indulto sentimos bronca, impotencia, odio. No puedo decir que no odio a aquel que hizo pedazos a más de 30 mil personas, que los violó y que robó a nuestros niños. Los odio desde lo más profundo de mi corazón. Por eso yo no voy a perdonar y no voy a olvidar”, dijo en una entrevista en el programa El Perro Verde que conducía el periodista español Jesús Quintero.
Allí dijo también que el entonces presidente Carlos Saúl Menem era una “basura”. Por esa expresión, el mandatario le interpuso una denuncia por desacato. Esa quizá fue uno de los tantos destratos judiciales que debió enfrentar Hebe a lo largo de su vida.
Durante el gobierno de Mauricio Macri la justicia, afín al oficialismo, se dedicó a perseguir a dirigentes sociales. En agosto de 2016, el juez Marcelo Martínez de Giorgi libró una orden de detención para Hebe y la declaró prófuga. Apenas se conoció la noticia, una multitud se instaló en la sede de la Asociación, frente a Plaza Congreso, para proteger a Hebe.
“Al señor juez de la Nación, Marcelo Martínez de Giorgi, me dirijo usted para manifestarle el motivo de respuesta a su citación. Desde el año 1977, desde el 8 de febrero de ese año vengo padeciendo las agresiones de la mal llamada justicia. En ese momento empezó mi calvario. Hice 168 presentaciones por mi hijo Jorge. Luego, en conjunto, reclamé por mi hijo Raúl -que desapareció en diciembre del mismo año- en una constante peregrinación por los juzgados, siempre padeciendo la misma injusticia, las mismas agresiones. Las Madres siempre vamos a defender los valores de solidaridad social. Extender las manos a los vulnerados por sus sueños en este tiempo y por los que vendrán y vamos a luchar para que alguna vez nos enfrentemos con jueces probos que nos ayuden a sentir en nuestros cuerpos el valor de la justicia”, le respondió al juez en una carta que leyó en Plaza de Mayo.
El encuentro con el kirchnerismo
Fue el saludo de Cristina Kirchner el que confirmó la muerte de Hebe de Bonafini. “Dios te llamó el día de la Soberanía Nacional… no debe ser casualidad”, expresó la vicepresidenta en Twitter.
El kirchnerismo tuvo en Hebe a una de sus grandes aliadas. “No apoyamos con el voto porque pensábamos que era toda la misma mierda”, dijo en una ocasión Hebe respecto a la candidatura de Néstor Kirchner. Sin embargo, tiempo después, pidió una audiencia con el mandatario y tuvo una recibida afectuosa y un encuentro que duró para siempre.
En marzo pasado, Bonafini recibió a Cristina en la sede de las Madres. “Estuvo siempre con la misma sonrisa, el mismo abrazo”, dijo en esa ocasión.
Fue en las primeras épocas del kirchnerismo cuando Hebe fundó el programa para construcción de viviendas, “Sueños Compartidos” que luego terminó con una causa judicial debido al manejo de fondos a manos de Sergio Schoklender.
Como defensora del kirchnerismo, también Hebe encabezó apoyos a los presidentes de la región Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales.
La Iglesia, un lugar hostil
Hebe supo ser una de las grandes contrincantes de Jorge Bergoglio, quien estaba al frente del Arzobispado de Buenos Aires. La reconciliación llegó cuando el funcionario eclesiástico se convirtió en el Papa Francisco.
En mayo de este año, el Papa recibió a Hebe en el Vaticano. Fue un encuentro que duró casi tres horas. A su regreso, Hebe afirmó: “Había perdido la fe completamente y cuando comenzó la relación me devolvió la fe, tan necesaria… Sin fe no se puede vivir, y gracias a esa fe yo hablo con mis hijos todas las noches”.
También contó que había sido invitada muchas veces al Vaticano pero ella jamás aceptó por las sucesivas peleas que tuvieron.
La despedida
Hebe de Bonafini ya había tenido algunos problemas en octubre por lo que estuvo internada y bajo control médico. La semana pasada recorrió la Plaza de Mayo en su marcha habitual de los jueves junto a estudiantes secundarios que llevaban adelante tomas en las escuelas, como parte de un plan de lucha por una serie de consignas contra el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
“Transformamos el odio y la bronca en lucha. En una lucha concreta diaria, permanente sin dejar nunca la plaza. Trece años y medio no faltamos ni un solo jueves a la Plaza. La defendimos y la seguimos defendiendo porque es el bastión para nuestro pueblo. El jueves es el día que se reclama contra la injusticia, que los hombres y mujeres que son despedidos de sus trabajos, que son perseguidos, que los desalojan, van a la Plaza”.
Por su parte, Alejandra, hija de Hebe, escribió este domingo un comunicado. “Agradecemos enormemente las demostraciones de amor, acompañamiento y preocupación que, en estos días de internación en el Hospital Italiano de la ciudad de La Plata, como en toda su trayectoria militante, ha recibido mi madre. Son momentos muy difíciles y de profunda tristeza y comprendemos el amor del pueblo por Hebe, pero en este momento como familia tenemos la necesidad de llorar a la Madre de Plaza de Mayo, a Hebe, en intimidad”, añadió.
“Desde ya no hay palabras que signifiquen realmente mi profundo agradecimiento para con el equipo de salud médico que durante tantos años la asistieron y cuidaron como, así también, al equipo médico, de enfermería, auxiliares y directivos del Hospital Italiano de La Plata, que durante los días de internación estuvieron al lado de mi madre cuidándola con mucho amor y respeto. ¡La seguiremos encontrando a Hebe en la Plaza y en las luchas de pueblo!”, concluyó su hija.
Madre de luchas
Hebe afirmaba que fue una madre común, sin embargo, la desaparición de sus hijos la convirtió en una de las madres más importantes de la historia. “Haber socializado la maternidad nos dio una posibilidad muy grande”.
Decía que extrañaba a sus hijos pero sólo en algunos momentos. “Me acostumbré a vivir sin ellos pero me acostumbré a vivir con millones y es que no tengo tiempo de extrañarlos. Cuando llegan fechas que están en el almanaque sí, la mesa es más chiquita. No están. Ahí sí se extraña pero después no. Como nosotros no consideramos muertos a nuestros hijos, todas las noches hay un diálogo con ellos. Repaso lo que hago en el día casi con ellos. Lo primero que se olvida de los hijos es la voz, yo tengo que ponerme a recordar la voz de ellos, y eso cuesta. Ese ‘hola mamá’ tenés que esforzarte para volverlo a escuchar. Me propongo que me aparezca”.
Nunca fue su bandera la venganza. Sí la justicia que se le negó durante años y que recién pudo obtener con los juicios de lesa humanidad que comenzaron a realizarse por impulso de las organizaciones de derechos humanos y decisión política del kirchnerismo.
Fuente: Tiempo Argentino