Una cartografía global de la degradación ecológica, que analiza hasta qué punto se sobrepasaron los límites seguros para la humanidad, señala que el 60% de la superficie terrestre mundial ya se ubica fuera de la zona considerada ecológicamente segura.
La integridad funcional de la biosfera es la capacidad del conjunto de ecosistemas del planeta para mantener sus funciones esenciales. Esto incluye su rol en la regulación del clima, la provisión de suelos fértiles y agua limpia, y la estabilidad de las redes tróficas que permiten la vida vegetal y animal. En términos simples, es el estado en el que la naturaleza puede desarrollar los procesos físicos y biológicos básicos.
Un estudio científico publicado en la revista One Earth y liderado por el Potsdam Institute for Climate Impact Research (PIK) junto a la BOKU University de Viena revela datos interesantes. Se trata de una cartografía global de la degradación ecológica en la que se analiza hasta qué punto se sobrepasaron los límites seguros para la humanidad.
Según precisan, actualmente el 60% de la superficie terrestre mundial ya se ubica fuera de la zona considerada ecológicamente segura y que el 38% se encuentra en una zona de alto riesgo.
Estas cifras provienen del propio documento y representan un incremento drástico respecto al pasado. Según el análisis, en 1900 el área global fuera de la zona segura era del 37%, con solo un 14% en la zona de alto riesgo.

Wolfgang Lucht, coautor del análisis, desde el departamento de Análisis del Sistema Terrestre de PIK, explicó que “el marco Planetary Boundaries ahora sitúa el flujo de energía de la fotosíntesis en la vegetación mundial en el centro de los procesos que regulan la estabilidad planetaria”. Esto significa que la cantidad de energía capturada por plantas a través de la fotosíntesis (fundamental para el flujo de carbono, agua y nitrógeno) se usa cada vez más para consumo humano, lo que altera el funcionamiento natural de los ecosistemas.
Cuando el ser humano extrae biomasa en exceso (por ejemplo, mediante agricultura intensiva, tala o expansión de tierras de cultivo), disminuye la capacidad de las plantas y los suelos para cumplir sus funciones originales. Así, la intervención humana reduce la resiliencia de la naturaleza, lo que la vuelve más vulnerable a cambios abruptos y crisis ambientales.
Ante esto, advierte el estudio, la presión sobre los ecosistemas alcanza niveles inéditos. Zonas como Europa, Asia y América del Norte son las más afectadas, ya que la conversión agrícola y la explotación de recursos provocan la pérdida de resiliencia ecológica desde hace siglos.
Los expertos detallan que las alteraciones peligrosas se registran desde hace siglos y que la expansión agrícola, así como la industrialización, alteraron la estabilidad del sistema terrestre mucho antes de que el cambio climático se convirtiera en un fenómeno globalmente reconocido.
Perspectivas de los resultados
Este trabajo constituye una cartografía global y detallada del sobrepaso de la frontera de integridad funcional de la biosfera. La herramienta desarrollada, y sus indicadores asociados, permite que organismos de gestión ambiental, responsables y planificadores territoriales tomen decisiones con una base científica sólida y localizada.
El estudio muestra de forma directa cómo el uso intensivo de biomasa por parte de la humanidad afecta la capacidad de los sumideros naturales de carbono. Estos son ecosistemas como los bosques y suelos, capaces de absorber y almacenar dióxido de carbono de la atmósfera.
Cuando la extracción de biomasa es excesiva, se reduce la habilidad para capturar carbono, lo que limita una de las herramientas naturales más eficaces para mitigar el cambio climático. Es por ello que desde el equipo encargado del estudio subrayaron: “Mantener el complejo conjunto ecológico de organismos que forman la biosfera es una contribución esencial para salvaguardar o restablecer las condiciones globalmente relativamente estables que se han experimentado en la Tierra desde el comienzo del Holoceno hace 11.700 años, y que ahora están siendo alteradas por la humanidad”.
Fuente: Infobae




