Puede vivir 5 mil años y contener más de 140 mil litros de agua

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Esta especie única, parte de la simbología que nos presenta Antoine de Saint-Exupéry en “El Principito”, es un verdadero emblema de la historia.

En los paisajes secos del África subsahariana crece uno de los árboles más fascinantes del planeta: el Baobab. Esta enorme planta, respecto a cuyo crecimiento desenfrenado advierte El Principito en una metáfora sobre la importancia de abordar las responsabilidades a tiempo, posee un tronco robusto y ramas que parecen surgir del suelo hacia el cielo. Se convierte así en un verdadero gigante vegetal.

La planta del Baobab puede vivir hasta 5000 años y convertirse en una verdadera reserva natural de agua. Este ejemplar cuenta con la capacidad para almacenar más de 140.000 litros en su interior, haciendo que sea un símbolo de resistencia frente a la sequía en lugares agrestes, como algunas regiones del África.

El Baobab es clave para el equilibrio ecológico de su entorno. En épocas de lluvia, su tronco poroso absorbe el agua como una esponja, lo que le permite sobrevivir durante los largos períodos de sequía que afectan al hábitat.

Más allá de su capacidad para almacenar agua, este árbol también cumple un rol vital en la alimentación de las comunidades donde crece, gracias a su fruto, conocido como “pan de mono”. El mismo contiene una pulpa ácida que es rica en vitamina C, antioxidantes, calcio, hierro y potasio. Además, sus hojas y su corteza se utilizan con fines medicinales y en prácticas tradicionales. Cuando anochece, esta planta florece con grandes flores blancas que desprenden un aroma dulce, que atraen a polinizadores nocturnos como los murciélagos.

Los amantes de la jardinería sienten un gran interés por esta especie, no solo por su forma escultural, sino también por su historia milenaria, que le aporta un encanto especial.

Pese a que es originario de África, esta planta puede cultivarse en otras regiones cálidas, siempre que se respeten sus necesidades básicas: abundante sol, sustrato bien drenado y riego espaciado. Su crecimiento es lento, pero su resistencia y belleza lo convierten en una especie atractiva para quienes valoran lo exótico y lo duradero.

Durante el invierno, el Baobab pierde sus hojas y adopta una silueta desnuda que recuerda su conexión con los ciclos naturales. Este comportamiento estacional no debe confundirse con un signo de deterioro, sino como parte de su adaptación a los cambios ambientales. Incluso en reposo, el Baobab mantiene su fuerza vital.

Fuente: Minuto Neuquén