Seis argumentos para no pagar al FMI y una propuesta de cara al pueblo. Por Emmanuel Álvarez y Franco García Dellavalle, médico y abogado respectivamente, militantes del Movimiento Popular Nuestramérica – Frente Patria Grande.
Los primeros bebés nacidos/as el 1 de enero de 2022 fueron Teresita, de Añatuya, Santiago del Estero; Julieta, de Oberá, Misiones, y también el pequeño “Lionel”, en un barrio popular del sur de Rosario, provincia de Santa Fe. Son los hijos e hijas de la patria quienes heredan, sin saber, la deuda de más de 48 mil millones de dólares que el último gobierno de Mauricio Macri acordó con el Fondo Monetario Internacional. Ninguno de los bebés mencionados anteriormente es hijo o hija de un potentado multimillonario; sin embargo, ya pasan a deber por cabeza alrededor de mil dólares cada uno/a, a cuenta de la estafa más grande de las últimas décadas.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) es un organismo de crédito multilateral creado en 1944 para financiar a los países afectados por la Segunda Guerra Mundial. Nacido en los acuerdos de Breton Woods [1] y renovados sus fines en el Consenso de Washington, la historia demostró que no es una organización con fines benéficos, sino más bien, un arma de “perpetración imperial”. Los países ricos la utilizan para mantener en estado de sometimiento económico y político a los países “periféricos”, “tercermundistas” o “subdesarrollados”. Cada vez que algún país levantaba cabeza, aparecía el FMI (con la complicidad de cipayos locales) para endeudarlo, imponiendo, controlando el rumbo de su economía, profundizando la pobreza, el saqueo de sus recursos y garantizando así, la dependencia. Se trataba tan sencillamente de sostener el subdesarrollo de América Latina como “patio trasero” de los Estados Unidos (socio mayoritario con poder de veto), a partir de un modelo de dependencia acorde a su propio modelo de desarrollo y explotación transnacional. La estafa que perpetraron el FMI y el gobierno neoliberal de Macri en 2018 es un capítulo más en esta historia nefasta de expoliación e injusticia.
Luego de esta introducción, exponemos aquí seis argumentos y una propuesta para suspender el pago al FMI en 2022:
1. La deuda fue un “préstamo” con el objetivo geopolítico de sostener el proyecto neoliberal de los Estados Unidos en América Latina.
El desembolso de USD 55.000 millones en la era macrista representa el mayor préstamo a un Estado Nación en 77 años (y es el mayor a la fecha actual equiparando a la deuda que tienen otros 5 países que nos siguen en el ranking). Nada nuevo, en sintonía con la historia del FMI, el fondo continúa siendo un instrumento de dominación imperialista destinado a someter la soberanía e independencia económica de los países del “tercer Mundo” y América Latina en particular.
Macri fue un aliado estratégico para apoyar el golpe de Estado en Bolivia, perseguir a Cristina Fernández, a Lula Da Silva y aislar a Venezuela en la vergonzosa designación de Guaidó. Estados Unidos forzó al FMI a violar sus propios estatutos para controlar el rumbo de la Argentina en función del conflicto geopolítico con China. Nuestro país, en este sentido, es importante en la región porque tiene la potencialidad para profundizar los acuerdos comerciales, financieros y tecnológicos con el gigante asiático. Por todo esto, el problema de la deuda no es un problema técnico administrativo, sino profundamente político.
2. La “deuda” con el FMI es una estafa fraudulenta e ilegal.
Es una estafa porque es un crédito incobrable que el FMI le dio al Estado Nacional, durante el gobierno de Mauricio Macri, en contra de los propios estatutos del organismo, y en forma ilegal. En este sentido, el FMI era plenamente consciente de que la deuda contraída no era sostenible porque sabía fehacientemente que no podía ser afrontada por nuestro país.
La deuda representó un sobreendeudamiento para estructurar un régimen de liberalización económica y fuga de capitales que se sostuvo, además, en el ajuste brutal del período macrista. Los sectores de la derecha intentan hacernos creer que el préstamo fue la consecuencia de los desbalances financieros heredados del último gobierno de Cristina Fernandez, cuando, en palabras del propio Ministro de Economía Dujovne, recibieron un país desendeudado y casi sin compromisos externos.
La fuga de capitales alcanzó un inédito récord de 86.200 millones de dólares entre enero de 2016 y octubre de 2019. Los desembolsos del FMI entre junio de 2018 y septiembre de 2019 fueron de 44 mil novecientes millones de dólares, siendo la fuga de capitales en ese mismo período de 46 mil millones de dólares. El fraude se concreta cuando el Estado que recibe el crédito lo concede a la fuga de capitales, en lugar de invertirlo en la reconversión sostenible de su infraestructura económica o al menos la construcción de hospitales, escuelas o inversiones sociales de carácter estructural. De “estabilizar la macroeconomía” y ordenar las cuentas, ni noticias.
EL FMI violó su propia Carta Orgánica y el préstamo otorgado a nuestro país se fue en fuga de capitales. El préstamo violó el propio estatuto del FMI, donde en su artículo VI expresa que un país miembro “no puede utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una importante o sostenida salida de capitales” y que “puede solicitar a un miembro que ejerza controles para evitar dicho uso de los recursos generales”. También expresa, en el mismo artículo, que: “Si, después de recibir tal solicitud, un miembro no ejerciera los controles apropiados, el Fondo puede declarar al miembro inelegible para usar los recursos generales”.
Pese a la evidencia de fuga, el FMI siguió prestando dinero a la Argentina, mientras los dólares que entraban al país se iban en manos de acreedores privados de la deuda, de empresas que giraban dividendos al exterior o en inversores de corto plazo que entraban y salían del país especulando con el tipo de cambio, desangrando las reservas en dólares.
El mismo FMI reconoció que hubiese sido necesario en 2018 insistir en la necesidad de ejecutar una reestructuración de pasivos o deudas (como se hizo en 2020) y reinstaurar controles de capitales (cepo al dólar). Aun así, el fondo no se hace cargo de lo sucedido y hace unas semanas publicó un informe donde declaró que toda la responsabilidad de lo acontecido fue del gobierno de Macri, obviando su co-autoría en el proceso.
El Banco Central elaboró un informe que aprobó en 2020 LA COMISIÓN BICAMERAL DE SEGUIMIENTO DE LA DEUDA (actualmente frenada en su funcionamiento), donde DETALLA COMO LOS DÓLARES PRESTADOS SE DILAPIDARON EN FUGA DE CAPITAL CON NOMBRE Y APELLIDO DE INDIVIDUOS Y EMPRESAS. Ese listado está disponible y expone a los verdaderos beneficiarios de la toma de deuda pública.
Una vez más, el pueblo argentino asume compromisos para que un grupo de inescrupulosos empresarios se enriquezcan con un endeudamiento sin límites. Una vez más, la estafa se ha consumado, eso supone que la acumulación de capital se estructure en paraísos fiscales de los fugadores seriales, mientras el pueblo argentino asume los costos de una deuda que solo benefició a privados.
Existen argumentos y pruebas más que suficientes para poner en cuestionamiento la legitimidad y legalidad de esta deuda y concurrir a la Corte Internacional de la Haya, a la ONU y a la Corte Internacional de Derechos Humanos, para denunciar la estafa y la violación a los propios estatutos del FMI. Hay argumentos de sobra para politizar la toma de deuda porque no es un problema técnico-administrativo sino un problema político de carácter internacional.
Creemos necesario PROFUNDIZAR EL TRABAJO DE LA COMISIÓN BICAMERAL DE INVESTIGACIÓN DE LA DEUDA, dándole lugar a pensar una estrategia de quita en relación a la funcionalidad del empréstito a la fuga. NO HAY QUE PAGAR NI UN DÓLAR QUE SE HAYA UTILIZADO PARA LA FUGA.
La Argentina no debe pagar la fuga de divisas que solo constituye una estrategia financiera que sigue concentrando riquezas en el sector millonario y es contraria a la legalidad incluso del mismo organismo.
Argentina podría, entonces, coordinar una estrategia común con los países endeudados en igual situación e incluso proponerse una posición geopolítica diferente y planificada en el marco de la disputa global de China, Rusia y Estados Unidos. Tras la victoria de la centroizquierda en Chile y en Perú, y las eventuales derrotas de la derecha en Brasil y en Colombia por frentes populares, la posibilidad de un escenario de unidad y fortaleza regional se vuelve cada vez más cercano.
El mismo Presidente Alberto Fernández planteó la investigación como querella criminal en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso Nacional; es decir que aún se está́ a tiempo para reimpulsar con fuerza esta investigación.
3. El FMI es ajuste y dependencia.
Una de las tesis más escuchadas frente a la resolución de este conflicto plantea que debemos acordar con el FMI en forma urgente y presentar un plan económico plurianual de “crecimiento” de Argentina. Es la tesis de Guzmán y del presidente Alberto Fernández. Lamentamos decir que es una fantasía y una vana expresión de deseo; en primer lugar, porque la deuda es impagable ahora, en 2022 y también dentro de 3 o 4 años. Cualquier acuerdo que patee los vencimientos para adelante, por más “menos malo” que aparente ser, sumará a los compromisos de pago de la deuda con los acreedores privados en 2024 y 2025 (vencimientos estimados de entre 12 y 16 mil millones de dólares anuales) siendo completamente inviable pagarlos. No es justo engañarnos con la teoría de que es posible revertir esto en cuatro años, y menos si el gobierno nacional no reordena el proyecto económico y productivo argentino en un plan de soberanía nacional.
A su vez, emerge en el discurso de “la política” la confianza en que Kristalina Georgieva no impondrá, como condición de acuerdo, las clásicas reformas estructurales del FMI, pero nadie duda de una agenda de devaluación de la moneda (achicamiento de la brecha cambiaria) y “corrección fiscal¨ vía aumento de tarifas (recorte de subsidios) y restricción monetaria (menos emisión). No debemos dejar de tener en cuenta que nos encontramos actualmente con un piso de inflación del 50% y una pobreza del 40%.
Este “delgado equilibrio” de la economía argentina va a estar estrictamente supervisado y controlado por las ¨misiones¨ que enviará el FMI donde incluso se avizora ponerle un techo al crecimiento económico tras el rebote en 2021.
¿Qué nos espera? Como sucedió en Grecia, al no poder afrontar el pago de la deuda, nos iremos de renegociación en renegociación con exigencias cada vez más duras como ocurrió́ en los 22 acuerdos previos de Argentina con el FMI. TODOS fracasaron, ABSOLUTAMENTE TODOS, como herramienta de estabilización macroeconómica.
4. Suspender el pago de la deuda es una oportunidad soberana.
Está en marcha una campaña de miedo y terror encabezada por la derecha, y acompañada por un sector importante de voceros del Gobierno Nacional que sostiene que si hay default nos espera el infierno. El objetivo es convencernos de que no hay alternativa más que acordar y pagar. Pero nadie dice que el camino de reconocer y pagar la deuda nos lleva a una situación más que complicada, que además no deja ver cuánto peor puede ser. Se esgrime que no pagando quedaríamos fuera del mercado de crédito internacional cuando la realidad es que desde 2018 estamos por fuera. Se dice que no hay antecedentes de no pago cuando en 2001 hubo cesación de pagos, proclamada desde el Congreso Nacional que permitió que los años siguientes se alivie el peso de la deuda liberando la economía argentina. El default apareció en nuestra historia como consecuencia de un previo colapso financiero y no al revés. Fue Néstor Kirchner quien hizo una quita hasta ese momento impensada y eso fue gracias a la desvalorización que sufrieron los bonos tras defaultear la deuda.
Treinta naciones incumplieron sus pagos al FMI en los últimos 50 años (y ninguno fue declarado en default por el FMI ni expulsado del organismo). En nuestro país, Nestor Kirchner suspendió las relaciones con el Fondo Monetario Internacional en 2004 por boicotear la renegociación de la deuda privada y eso nos permitió reimpulsar fuertemente la economía con superávit.
Por otro lado, se plantea el crecimiento de la brecha del dólar y la devaluación como escenario catástrofe frente al no acuerdo. ¿Puede haber devaluación? Sí, pero con acuerdo también, y se olvida intencionalmente que el Estado Nacional tiene instrumentos fuertes para el control de cambios y para “ordenar” a los actores eventuales de una corrida bancaria.
Menos certeras son las aseveraciones de que habría un gran perjuicio con un boicot financiero generalizado o la suspensión del flujo de otros créditos con organismos internacionales (como el Banco Mundial o el Banco Interamericano del Desarrollo (BID)). En ambos casos, el ahorro que implicaría el no pago superan ampliamente los financiamientos laterales derivados de estos otros organismos. En caso de poder sostener el crecimiento sin desacelerar la economía deberíamos poder redirigir fondos de manera estratégica hacia la inversión de mediano y largo plazo de carácter productiva. Una sustitución progresiva de esos créditos con una planificación soberana son formas de repensar las dependencias estructurales con el sistema crediticio y financiero externo.
En todos los casos, los agoreros defensores de la deuda se niegan a reconocer que estamos frente a un caso único por sus circunstancias y que debe tener un tratamiento diferenciado dado el volumen histórico del préstamo.
Keynes decía: “cuando uno debe poca plata al banco, uno tiene problemas; pero si uno debe mucha plata al banco, el banco tiene problemas”. De ahí también que las condiciones de negociación, en medio de una pandemia mundial, no son malas. El fondo también está condicionado por haber constituido un gran deudor mayoritario. No hay ninguna urgencia en pagar ahora, la urgencia está en no seguir achicando las reservas del tesoro y mejorar la posición de negociación. El default es un gran monstruo para el sistema porque lo que en realidad hace es ponerle freno al endeudamiento permanente que encorseta a países en desarrollo. Nos quieren dependientes y llorando en el mercado financiero internacional tomando deuda para pagar deuda.
No pagar no será una decisión fácil, pero en el ejercicio de soberanía que significa enfrentar las consecuencias de la farsa en la que nos encontramos atrapados está la clave para romper las cadenas que nos atan al atraso. Estas acciones soberanas traerán complejidades, pero asumir UN MAL ACUERDO es tan catastrófico como enfrentarnos a las consecuencias de un no pago. Esto es algo que el Ministro de Economía Guzmán sostiene desde hace rato, siempre creímos que era un argumento serio. ¿O alguien supone que, a partir del 2022 en Argentina, con un acuerdo firmado, ajuste fiscal, devaluación y más liberalización económica, va a bajar la inflación, nacerán brotes verdes y seremos todxs felices?
5. Acordar con el FMI es funcional a una derrota electoral del Frente de Todxs en 2023.
Cuando el proceso no avanza, retrocede. La derrota electoral de 2021 nos mostró las consecuencias de una sociedad cansada tras 4 años de macrismo y 2 años de pandemia, en la cual no fue menor el rol de la economía como factor desencadenante que culminó en un voto castigo contra el gobierno actual.
No es posible vivir con una inflación de más de un 50%, una pobreza mayor al 40%, crecimiento económico sin redistribución y toda una gama de demandas históricamente insatisfechas como son los problemas de vivienda y hábitat, trabajo, educación y salud.
El 2021 sirvió para mostrar cómo tras el retiro del IFE, la liberación de tarifas, el descontrol de precios en los alimentos y el deterioro del salario real, se pierden elecciones. No basta con mostrar que este gobierno no es tan malo como el de Macri, sino que EL PUEBLO NECESITA UNA PERSPECTIVA DE FUTURO.
Kristalina Georgieva nos muestra una cara “menos agresiva” del FMI que ya no exige (aparentemente) reformas laborales y jubilatorias violentas, sino tan sólo una reducción de la brecha entre dólar oficial y los paralelos, la restricción en la emisión monetaria y la reducción del déficit fiscal. Es el precio mínimo que el Ministro Guzmán debería pagar para patear los vencimientos para adelante y “estabilizar” la economía.
Estabilizar la economía vía ajuste fiscal sin crecimiento de la economía real y sin redistribución representa solo el recorte de gastos sociales. Pero entonces ¿este no era un FMI distinto?
El actual gobierno nacional no logra, ni siquiera, comunicar eficientemente como la oposición que desgasta es quien construyó el drama en que estamos inmersos. Este escenario no mejora con una oposición recargada que usará todas las armas para debilitar y golpear a un gobierno ya débil. Recuperar fuerza a partir de una clara y fuerte posición frente al problema de una deuda ilegal es una oportunidad para aglutinar poder social y político de cara a los desafíos y necesidades de un programa nacional y popular para llevar adelante transformaciones estructurales en la Argentina.
6. Consentir el acuerdo es liberar de responsabilidades políticas y penales a quienes estafaron al pueblo argentino.
No es menor el argumento político sostenido por parte de la oposición que en algún momento reclamó “unanimidad en el voto del Frente de Todos ante un posible acuerdo”. Detrás de la unanimidad de un acuerdo del sistema político termina de consumarse la estafa perfecta, ningún actor del sistema cuestiona la deuda, el fraude, ni la fuerza política que lo consumó. Ya lo decía Arturo Jauretche: «Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende». Nuestras fuerzas políticas, al menos aquellas que integramos el Frente de Todos desde sus corrientes populares, no podemos tolerar el fraude. No podemos ser parte de un acuerdo que consiente el enriquecimiento ilícito de un sector social que fuga por medio de una estafa que luego debe pagar el conjunto del pueblo argentino. En todo caso, dejémosle la construcción de mayorías en ese acuerdo a los “políticos serios” que, desde hace al menos cuatro décadas, son parte de todo lo que está mal en nuestro país. Votar el acuerdo es ser cómplices y entorpecer la posibilidad de construir una fuerza política de mayorías, con la claridad necesaria para asumir las tareas para poner un punto final a la dependencia en nuestro país.
De cara al pueblo
Entendemos que lo que debe estar en el centro del debate y la acción es la soberanía nacional. Este es un concepto que hay que volver a poner sobre la mesa de la conversación púbica, y que, en el mundo hiperfinancierizado de hoy, se torna imprescindible si se quiere ser parte del concierto de las naciones desde una posición de dignidad. Pero esa dignidad es algo a conquistar, no a mendigar, ni a esperar que otros actores la logren por nosotros.
La conquista de esa dignidad nacional puede ser a través de la combinación de inteligencia, quizás astucia, probablemente algo de buena suerte, criterio y prudencia, audacia y sobre todo determinación. Los otros actores tienen que percibir que estamos dispuestos a atravesar sacrificios, a dar pelea (con las consecuencias que eso pueda implicar), aunque después no tengamos que llegar a eso. Pero es necesario estar dispuestos a hacerlo, si queremos entrar a esa negociación con alguna chance de defender la posición nacional. Otra cosa sería mera administración del saqueo (y dada en nombre del peronismo), lo que nos llevaría a un escenario muy complejo en el futuro inmediato.
Para defender nuestra soberanía debemos ser creativos, no hay fórmulas mágicas. Y no se trata de gritar más fuerte, ni de victimizarnos, ni de caer en visiones infantiles de las relaciones entre los Estados, los flujos financieros y de información y su articulación. Debemos estar abiertos a lo nuevo. Pero para eso, lo primordial es abrir la mesa de negociación al pueblo argentino. El ministro Guzmán probablemente sea un excelente funcionario, y muy seguramente quiera para nuestro país el mejor acuerdo. Pero la participación del pueblo en la negociación es la garantía de que no se cometerán errores graves que hundan el proceso no solo de la deuda, sino también el político en una catástrofe. No le tengamos miedo al pueblo, nos debemos a él.
El ministro Guzmán podría hoy mismo llamar a conferencia de prensa, o mediante el uso de la cadena nacional, y contar el estado exacto de la negociación a la fecha. ¿Por qué los términos de la negociación permanecen tabicados? ¿En qué principio político o técnico está basado que eso sea de esa manera? Es fundamental informar al pueblo el estado actual de la negociación, qué condiciones pide el organismo, cuáles son los objetivos de máxima y de mínima de nuestro país, etc. ¿O cree el ministro que mantener ese hermetismo le da mayor fortaleza a su posición? Probablemente lo crea genuinamente, pero la historia está plagada de ejemplos que lo desmienten. Por supuesto que hay un margen de maniobra casi personal que toda negociación implica; eso tiene que estar: su cintura política, sus contactos, su prestigio, su capacidad y su formación técnica. Pero el verdadero poder de negociación de la Argentina no es ninguno de esos elementos, sino la fortaleza que brinda un pueblo consciente de su destino, comprometido fácticamente en la negociación y dispuesto a ser parte de la resolución del problema.
A su vez, el Presidente de la Nación podría convocar hoy mismo a todos los/as intendentes/as, gobernadores/as, dirigentes gremiales, sociales, deportivos, a entidades de solidaridad social, culturales, eclesiales, etc, junto a todos los partidos políticos con representación parlamentaria para que se generen foros de debate sobre la deuda. ¿O a través del fruto del trabajo de quiénes van a salir los dólares con los que se piensa pagarle al FMI? ¿Cómo no convocar de forma inmediata a los interesados directos? Probablemente el ministro Guzmán sea el mejor delegado que tenemos para defender nuestros intereses ante el Fondo Monetario Internacional; pero debemos tener claro que es eso, un delegado. Y el depositario del poder que se delega en el ministro es el pueblo argentino, y debe participar del proceso.
Esos foros de debate y movilización tienen que decidir qué se acepta y qué no, y qué se está dispuesto a resignar en caso que el FMI no se avenga a un acuerdo realmente justo. Esos foros de debate y movilización nacional deben confluir, en un breve período de tiempo, en una fuerza política descomunal que confluya en una marcha que venga desde todos los rincones del país hasta la Plaza de Mayo para apoyar al gobierno en la defensa de los intereses de nuestro pueblo en las negociaciones ante el FMI.
Esa marcha gigantesca e histórica debe también movilizarse para contarle a todos los pueblos y gobiernos del mundo las condiciones que Argentina está dispuesta a ceder ante el FMI, y sobre todo cuáles condiciones no está dispuesta a aceptar.
¿Qué proponemos?
Frente a todo lo expresado, la alternativa es iniciar un camino de soberanía política e independencia económica. Un planteo político y social como pueblo para NO PAGAR un solo dólar fugado de esa deuda SIN DETERMINAR SU LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD tomando una fuerte posición como Estado Nación y denunciando internacionalmente el fraude del crédito más grande la historia otorgada a un país. No se trata de no pagar por no pagar, proponemos SUSPENDER LOS PAGOS AL FMI HASTA PROFUNDIZAR LA INVESTIGACIÓN DE QUIENES SE BENEFICIARON POR ESTA TOMA DE DEUDA, denunciando internacionalmente la fuga como un acuerdo fraudulento del cual el FMI es parte.
Sostener la soberanía nacional significa romper con la dependencia del endeudamiento perpetuo e iniciar un camino distinto para discutir las regulaciones del sistema financiero, el comercio exterior y retomar el intento por construir Empresas Nacionales de Alimentos y agroindustria que garanticen no solo una soberanía alimentaria básica en nuestro país sino también el control de los términos de intercambio (dejemos de vender lana e importar ponchos, por favor). Debemos lograr desdolarizar al mercado inmobiliario tomando medidas de intervención directa como la expropiación de inmuebles ociosos, la creación de regulaciones al precio del alquiler por oferta estatal y desalentar el blanqueo de capitales por medio de la especulación inmobiliaria fraudulenta. Alimentos, vivienda, trabajo, salud y educación deben ser las prioridades básicas de un gobierno de cara a su pueblo.
Debemos profundizar el esquema de impuesto a las grandes fortunas como se ha hecho durante la pandemia incluso en los países capitalistas del “primer mundo”. Necesitamos recuperar las capacidades de planificación y conocimiento técnico del estado. Es imposible revertir la situación en la que nos encontramos, si no se avanza con una REFORMA ESTRUCTURAL DE LAS CAPACIDADES OPERATIVAS DEL ESTADO. Es imperioso DESMONTAR EL ESTADO NEOLIBERAL. Sin reforma del Estado, no hay capacidad operativa para la estructuración de planificaciones estratégicas de mediano y largo plazo. SABEMOS QUE LA SALIDA ES UN ESTADO PLANIFICADOR QUE REGULE Y CONTROLE LAS PROYECCIONES DE MEDIANO Y LARGO PLAZO EN LA ARGENTINA.
Proponemos convocar al conjunto de la sociedad a movilizar sus fuerzas para visibilizar que “las deudas se pagan, las estafas no”, que la “única deuda es con el pueblo” y que como consigna levantemos “que la paguen quienes se la fugaron”. Como en el NUNCA MÁS que parieron nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo contra las dictaduras imperiales, debemos construir una fuerza pedagógica popular para poder decir NUNCA MÁS al Fondo Monetario Internacional. Debemos poder nuclear a los espacios sociales, sindicales, políticos, culturales, feministas, de derechos humanos y a cualquier persona que quiera pelear y organizarse por un camino vinculado a la soberanía de nuestros pueblos, nuestras vidas y nuestros cuerpos. Tenemos que solidificar una corriente política de opinión, que no es cierto que sea minoritaria, y que es falso que sea marginal a nivel social. Sostenemos que ES URGENTE REACTIVAR Y REIMPULSAR LA BICAMERAL DE SEGUIMIENTO DE LA DEUDA como canalizador institucional y representativo, pero de una democracia popular que se geste en las calles y en los lugares de encuentro.
La entrega al FMI no debería ser negociada porque no hay futuro digno, de corto o largo plazo, bajo las ataduras de un acuerdo vil diseñado para la dependencia. El pueblo de Chubut nos mostró́ como, a veinte años del 2001, está vivo el espíritu de los que se niegan a vivir de rodillas. En Chile tras más de treinta años de status quo pinochetista y conservador, el pueblo ganó contra toda esperanza liberal. Nuestramérica aún no está vencida ni rendida, un hilo rebelde se reaviva y una nueva oleada de gobiernos emanados de los pueblos que luchan está latente, una ola que resiste a la restauración neoliberal y a la reacción fascista emergente. Los movimientos populares debemos estar a la altura de las circunstancias y ser la retaguardia de todos aquellos que resisten al saqueo, la entrega y el ultraje.
[1] Los acuerdos de Bretton Woods son todas las resoluciones de la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas, realizada en la localidad de Bretton Woods, entre el 1 y el 22 de julio de 1944. Estos acuerdos establecieron las políticas económicas mundiales que estuvieron vigentes hasta principios de la década de 1970.
Fuente: FM Noticias