Cuáles son las claves para preservar los océanos

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En el Día Mundial de los Océanos, conmemorado ayer, expertos en conservación de la vida marina destacan la importancia del mar argentino para el medioambiente.

Argentina tiene uno de los mares más ricos del mundo, lo que nos obliga a cuidarlo, protegerlo y conservarlo. Nuestra costa atlántica posee más de 6.500 kilómetros, desde la desembocadura del Río de la Plata hasta el sur de Tierra del Fuego.  El mar, con más de 2,8 millones de kilómetros cuadrados, implica 6,5 millones de km2 al sumarse la superficie de la plataforma continental extendida y las zonas económicas exclusivas reconocidas por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).

La plataforma continental argentina, una de las más amplias del planeta, proporciona condiciones ecológicas óptimas para una gran variedad de especies marinas. Entre ellas destacan el calamar Illex argentinus, la merluza común (Merluccius hubbsi), la centolla, el langostino y diversas especies de tiburones, moluscos y crustáceos.

Esta riqueza ictícola promueve la llegada de múltiples especies de mamíferos, aves, cetáceos y pinnípedos, que habitan en cientos de colonias naturales argentinas. Zonas como Península Valdés, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad, son ejemplo del papel que juega el mar argentino como santuario de vida marina.

En estas áreas se desarrollan procesos de alimentación, reproducción y migración esenciales para especies como la ballena franca austral, el pingüino de Magallanes o el elefante marino del sur.

Función ambiental

El mar argentino actúa como regulador térmico y capturador de dióxido de carbono. A través del fitoplancton, absorbe parte del CO₂ atmosférico, contribuyendo a mitigar los efectos del cambio climático. Estudios del Servicio de Hidrografía Naval y del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) destacan su rol como sumidero de carbono, comparable al de grandes masas forestales.

Además, las corrientes oceánicas como la corriente de Malvinas influyen en la productividad biológica del área y generan frentes marinos —zonas de encuentro entre aguas de diferente temperatura y salinidad— que concentran nutrientes y promueven una alta biomasa. Estos frentes, como el del Talud Continental, son considerados zonas de alta sensibilidad ecológica y de gran valor para la conservación.

Este ecosistema se ve amenazado por actividades como la pesca ilegal no declarada y no reglamentada (INDNR), especialmente en el límite exterior de la zona económica exclusiva. Organismos como la FAO y el Consejo Federal Pesquero han señalado reiteradamente la necesidad de fortalecer los sistemas de monitoreo y vigilancia. También existen presiones derivadas de la contaminación por plásticos, hidrocarburos y residuos industriales.

El mar argentino, entonces, no solo constituye un recurso económico de valor estratégico, sino también un ecosistema vital que requiere políticas integradas de gestión ambiental y soberanía científica.

En la voz de expertos

“Nuestro mar es uno de los más importantes a escala global”, destacó la directora de conservación costero-marina de WCS Argentina, Valeria Falabella. Según precisó, crear áreas protegidas, pensar estrategias de manejo ambiental e implementar vigilancia en la pesca, son algunas estrategias que se ponen en práctica ante la crisis ambiental que hoy vivimos.

“Hay una crisis ambiental, climática y fundamentalmente de valores que repercute en el medioambiente. Es importante cómo nos paramos frente a esta crisis. Si vamos a seguir adelante como si nada pasara o vamos a asumir la responsabilidad como humanos que tenemos frente a todo lo que está pasando”, advirtió.

Por su parte, Diego Albareda, coordinador de paisajes costero-marinos de Fundación Vida Silvestre, subrayó: “Hay evidencia clara de que las áreas marinas protegidas y la gestión pesquera basada en la ciencia permiten la recuperación de especies y hábitats. Necesitamos acciones audaces y urgentes para conservar nuestros mares y transitar hacia un futuro más sostenible”.

Explicó que “avanzar con una ley de trazabilidad pesquera, reducir el descarte, proteger especies en peligro y aplicar nuevas tecnologías son estrategias que se deben implementar para garantizar la sostenibilidad de la actividad, dentro del marco del enfoque ecosistémico de la pesca”.

La situación de los océanos es crítica, pero aún hay tiempo de revertirla. La presión de las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos pone en riesgo, no solo su importante función biológica para el bienestar de la humanidad y su desarrollo, sino también muchas otras actividades productivas que dependen de la salud de los océanos.

El drama del plástico

A nivel mundial, el 80% de los desechos de los océanos proviene de actividades originadas en tierra como la pesca, el transporte marítimo, cruceros, o barcos, entre otros medios, producto de la mala conducta de arrojar residuos al mar o dejarlos abandonados cerca de las costas.

Además del plástico, otros materiales como vidrios, metales, caucho, textiles o restos de pintura también afectan los ecosistemas hídricos. La insuficiente e ineficiente gestión de los residuos sólidos urbanos (RSU) es la principal causa del problema, junto a la falta de políticas públicas que fomenten hábitos responsables de consumo.

Tips para cuidar nuestros océanos

Hábitos simples, pero significativos, pueden ayudar a proteger el mar:

  • No dejar residuos en la playa, ríos o espacios públicos: siempre llevar una bolsa para recolectarlos.
  • Separar los residuos en origen y asegurarse de que lleguen a sistemas de reciclado.
  • Participar en actividades de limpieza comunitaria en playas y costas.
  • Consumir de manera responsable y elegir productos reciclables o reciclados.
  • Promover la educación ambiental en el hogar, escuelas y espacios comunitarios.

Fuente: Infobae