Expertos en crímenes contra la vida silvestre siguieron y documentaron a dos de las redes de tráfico de jaguar más poderosas de Sudamérica. Las llaman “SA1” y “SA18”, operan en Surinam y están dirigidas por criminales originarios de China. Los resultados de su investigación otorgan información detallada de ambas redes, las rutas del tráfico, sus formas de operar y los detalles sobre la convergencia con otros delitos graves que incluyen la trata de personas, la minería ilegal y el lavado de dinero.
“El mensaje más importante para los responsables de la aplicación de la ley, los gobiernos y otras organizaciones no gubernamentales es que traten al tráfico de jaguares no sólo como un simple crimen contra la vida silvestre, sino como un crimen que está en las manos de gente peligrosa que está involucrada también en otros crímenes serios; queremos elevar el nivel de la conversación para explicar que esto es más serio que la cacería oportunista de jaguar”, dice Andrea Crosta, fundador y director de Earth League International (ELI), organización no gubernamental que lucha contra crímenes ambientales y hacia la vida silvestre a través de la investigación, análisis e inteligencia.
Esta organización acompaña al Comité Holandés de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que lidera Operación Jaguar, un proyecto colaborativo con el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW), con el apoyo de la Lotería Holandesa.
El tráfico ilegal de colmillos, huesos y otras partes de los jaguares amenaza a estos grandes félidos en América Latina y constituye un negocio sumamente redituable. En toda la región, los jaguares (Panthera onca) están seriamente amenazados por la caza furtiva y el tráfico ilegal. A pesar de que la especie está protegida en Surinam por el Decreto de Caza de 2002 y por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), existe evidencia de una escalada en la cacería de estos félidos en los últimos años, lo que ha llevado al declive de sus poblaciones.
Desde el 2019, los expertos de ELI se han dedicado a mapear los mecanismos y la estructura de toda la cadena criminal que interviene en el tráfico de esta especie, desde el eslabón más alto, que incluye a líderes de las redes, así como a comerciantes, transportistas y vendedores. Con la información, han publicado diversos reportes preliminares para explicar las dinámicas del crimen en cuatro países de Latinoamérica: Ecuador, Perú, Bolivia y Surinam. Finalmente, en marzo de 2023, publicaron un reporte final sobre sus investigaciones.
Minería ilegal y tráfico de piezas de jaguar
Desde el inicio de su trabajo en la región, ELI logró identificar a más de 20 personas en Surinam, de las cuales 14 eran ciudadanos chinos y el resto eran surinameses y europeos, todos traficantes internacionales de “nivel 1”. La investigación permitió tener evidencia de dos de las redes de tráfico de vida silvestre más sólidas e ingeniosas de América del Sur. Hay muchos más comerciantes involucrados de lo que se sospechaba, ya que los traficantes operan y colaboran a través de múltiples redes en Latinoamérica.
“Estas redes operan a nivel transfronterizo y transnacional, lo dijimos desde el principio, pero ahora hay evidencia”, dice Liliana Jáuregui, especialista en casos de justicia ambiental para el Comité Holandés de la UICN y líder del proyecto Operación Jaguar. “Esto presenta desafíos porque el tipo de crímenes son más complejos de lo que las autoridades pueden lidiar; además, siempre se ataca a la gente más baja en los eslabones del crimen y si realmente quieren frenar el problema, tienen que actuar más alto en la escala”.
Por ejemplo, su equipo de inteligencia reveló que la minería ilegal mantiene una relación importante con el tráfico de jaguar. Los especialistas descubrieron que algunos mineros de oro son reclutados para matar jaguares en zonas cercanas a la frontera con Brasil. Miembros de la red criminal SA18 visitan estos sitios mineros una vez al año, mientras que integrantes de la red criminal SA1 también cazan jaguares en un lugar llamado Apoera, cerca de la frontera con Guayana, donde un colaborador de los traficantes tiene una fábrica de madera.
“Tanto la minería como el jaguar son bastante lucrativos. Si comparas lo peligrosa que es la minería, el jaguar lo es mucho menos. Esta gente hace elecciones prácticas; no es tan extraño que combinen las dos cosas. Están en el mismo espacio y los animales están ‘estorbando’. Al matarlos, ahora pueden ganar más dinero”, dice Jáuregui.
Fuentes que colaboraron con ELI señalaron que los compradores chinos pueden llegar al lugar de caza ya sea en helicóptero o en barco y luego conducir vehículos todo terreno hasta un sitio de extracción de oro en las montañas. Con todo esto ocurriendo, los productos de jaguar se vuelven más caros una vez que llegan a los compradores en Paramaribo, la capital de Surinam, y valen igual o más que el precio del oro cuando se vende en China.
Además, se comprobó que el transporte de productos de jaguar de Surinam al continente asiático sucede a través de Países Bajos y, con menor frecuencia, a través de Estados Unidos. Para lograrlo, dicen los especialistas, los criminales se aprovechan de los huecos en el sistema. Por ejemplo, las investigaciones de ELI sobre SA18, identificaron a un par de comerciantes que tienen una amplia disponibilidad de colmillos de jaguar y aletas de tiburón en la capital de Surinam. Uno de ellos trabaja en el departamento de despacho de aduanas para asegurarse de que los contenedores de productos ilegales de vida silvestre provenientes de China no sean identificados.
“Hay una fuente que incluso dice que se puede pasar por el aeropuerto Schiphol, que es el aeropuerto holandés, con la mercancía; aquí se demuestra que hay una estructura que lo facilita”, afirma Jáuregui.
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