Desde 2016, los científicos han comenzado a observar una tendencia descendente pronunciada en la Antártida y muchos afirman que el cambio climático puede ser un factor principal para la desaparición del hielo.
La Antártida, con sus 14.000.000 km², ocupa el cuarto lugar en tamaño entre los continentes, siendo solo superada por Asia, América y África. Representa el hábitat más inhóspito del planeta Tierra, y hay áreas en las que no ha habido precipitaciones durante alrededor de dos millones de años.
Estos lugares, a pesar de su extrema sequedad, son irónicamente denominados “oasis”. La NASA, reconociendo su similitud con las condiciones marcianas, ha aprovechado estas regiones para realizar pruebas preliminares en preparación para la misión Viking a Marte.
Ahora, sin embargo, según los datos más recientes, la extensión del hielo marino alrededor del continente antártico sigue siendo excepcionalmente baja. Para mediados de julio, la extensión de hielo en la Antártida se encuentra más de 2.6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del promedio de 1981 a 2010. Eso es un tamaño equivalente de un área casi tan grande como Argentina, o como sumar las áreas de los estados estadounidenses de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y Colorado.
Este preocupante descenso no solo establece un récord en sí mismo, sino que también está 1.6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del récord anterior para esta fecha, que se estableció en 2022.
Este bajo nivel de hielo marino se observa en casi todas partes, pero es particularmente notable en el Mar de Weddell en el norte, el Mar de Ross en el oeste y el Mar de Bellingshausen en el sur. En contraste, se observa una extensión de hielo superior al promedio en el Mar de Amundsen.
Las posibles causas
La Antártida es un continente remoto y complejo. A diferencia del Ártico, donde el hielo marino ha experimentado una tendencia descendente constante a medida que se acelera la crisis climática, el hielo marino en la Antártida ha oscilado entre niveles récord altos y bajos en las últimas décadas, lo que dificulta a los científicos comprender cómo está respondiendo al calentamiento global.
Sin embargo, desde 2016, los científicos han comenzado a observar una tendencia descendente pronunciada. Aunque la variabilidad climática natural afecta el hielo marino, muchos científicos afirman que el cambio climático puede ser un factor principal para la desaparición del hielo.
Los investigadores han estado debatiendo las causas de este abrupto cambio en la extensión del hielo marino en la Antártida, que pasó de una tendencia lineal débilmente positiva entre 1978 y 2015 a una tendencia fuertemente negativa desde 2016.
Muchos estudios recientes apuntan a cambios en la capa superior del océano. Se ha mezclado agua cálida del norte en esta capa, lo que tiende a aumentar la estratificación del océano. Este fenómeno parece coincidir con el momento en que la extensión del hielo marino pasó de máximos históricos a mínimos en septiembre de 2016, con aún menores extensiones en 2023.
Efectos en cadena
El hielo marino juega un papel vital. Aunque no afecta directamente el aumento del nivel del mar, dado que ya flota en el océano, tiene efectos indirectos. Su desaparición deja a las capas de hielo costeras y los glaciares expuestos a las olas y a las cálidas aguas oceánicas, lo que los hace más vulnerables a derretirse y romperse.
La falta de hielo marino también podría tener impactos significativos en su fauna, incluido el krill del que se alimentan muchas de las ballenas de la región, y los pingüinos y focas que dependen del hielo marino para alimentarse y descansar.
De manera más amplia, el hielo marino de la Antártida contribuye a la regulación de la temperatura del planeta, lo que significa que su desaparición podría tener efectos en cadena mucho más allá del continente.
Por consiguiente, estas observaciones demuestran cuán dinámico y sensible es nuestro sistema climático, y enfatizan la urgencia de abordar la crisis climática global. Estos cambios en la extensión del hielo marino no solo afectan a los ecosistemas locales, sino que también tienen implicaciones a largo plazo para los patrones climáticos en todo el mundo.
Existen dos localidades en el planeta que no pertenecen a ninguna nación, siendo consideradas legalmente como Terra nullius, que se traduce como “tierra de nadie”. Una de ellas es la Tierra de Marie Byrd, ubicada en la parte occidental de la Antártida. Esta área, que es tan remota que no suscita interés soberano por parte de ningún gobierno, abarca aproximadamente 1.610.000 kilómetros cuadrados, lo que significa que es más grande que países como Irán o Mongolia.
Este sitio se encuentra completamente deshabitado, salvo por una estación de investigación estadounidense, que sirvió como inspiración para la base de investigación presentada en la película de terror “La cosa”, dirigida por John Carpenter. De nosotros depende que no se quede solo como la localización ya desaparecida de una película.
Fuente: National Geographic