Rechazan la construcción de base militar estadounidense en la Patagonia

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Bajo el silencio del gobierno nacional, el Comando Sur de Estados Unidos construye una base en un lugar estratégico del continente.

Se está construyendo una base militar estadounidense en la Patagonia argentina, en el sur del país, en la provincia de Neuquén. Financiada con fondos del Comando Sur, una unidad de operaciones militares estadounidenses en América Latina y el Caribe, la construcción se estima en US$ 1,3 millones y avanza tranquilamente desde el año pasado, sin fanfarrias ni anuncios del gobierno nacional.

Denominado oficialmente Centro de Operación y Coordinación de Emergencias, el proyecto es definido por el gobierno de Estados Unidos como una base de ayuda humanitaria. Es en respuesta al pedido del gobierno de Neuquén de “alojar a miembros de la Defensa Civil y otros cuerpos” para enfrentar “desastres naturales”.

El gobierno provincial dijo en un comunicado que el proyecto se enmarca en el programa de Asistencia Humanitaria y Respuesta a Desastres del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Citan, como ejemplo, la asistencia en los territorios de Chile y Haití tras ser afectados por los terremotos.

El 26 de abril, la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, visitó Argentina y se reunió con el Ministro de Defensa, Jorge Taiana, para discutir la cooperación militar. La base estadounidense no está entre los temas oficiales discutidos en la reunión.

Consultado por Brasil de Fato, el Ministerio de Defensa negó tener relación alguna con la construcción de la base militar estadounidense en el sur del país. Por su parte, el gobierno de Neuquén no respondió a los pedidos judiciales de la sociedad civil, que exige transparencia en los actos públicos y la publicación de los acuerdos, como establece la Constitución.

Según el diario Río Negro, las autoridades de la provincia niegan que se trate de una base militar, y dicen que el terreno de 14.940m² se utilizará para oficinas de Defensa Civil y una bodega.

En la Base Yanqui en Neuquén Radar sobre agua dulce La resistencia de la población fue decisiva para que el proyecto se pospusiera hasta hoy. El primer intento estadounidense de instalar bases militares, en 2012, comprendió Neuquén, en el sur, y Chaco, en el norte del país. Ambas propuestas fueron vetadas tras el repudio popular y el apoyo de algunas figuras del gobierno de la época. También demuestran que la elección de los lugares para instalar las bases no es aleatoria, sino que suele coincidir con la presencia de recursos estratégicos en el territorio, como el agua dulce.

“Esta historia ya tiene 22 años”, dice Elsa Bruzzone, historiadora y especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional. Dice que, en el año 2000, el gobierno de Estados Unidos denunció la supuesta existencia de células terroristas del grupo libanés Hezbolá y de la organización palestina Hamas en la zona de la Triple Frontera. “La zona consiste en uno de los puntos más importantes de recarga y descarga del acuífero Guaraní, el cuarto reservorio de agua subterránea más grande del mundo y compartido entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay”.

Al mismo tiempo, las agencias de inteligencia estadounidenses también señalaron la supuesta presencia del grupo Hezbollah en Venezuela. Como secretario del Centro Militar para la Democracia Argentina (Cemida), Bruzzone advierte sobre las implicaciones de una base militar estadounidense en el territorio. Resalta que nunca ha habido un reporte u observación que acredite la existencia de grupos terroristas en la Triple Frontera. “Estados Unidos marca a los enemigos que enfrenta para asentarse en los territorios. Está la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo; desastres naturales; migraciones; ayuda humanitaria”, dice mencionando las bases secretas, formadas bajo las mismas justificaciones.

Todas las bases estadounidenses descubiertas en Colombia entraron en la ‘lucha contra el narcotráfico y el terrorismo’. Se descubren bases militares de la OTAN en las colonias centroamericanas, como Guantánamo [Cuba].

En Honduras está la base Soto Cano, también descubierta, donde llevaron a Manuel Zelaya después del golpe de Estado en Honduras en 2009. En El Salvador están en Comalapa. En Perú se asentaron con el pretexto de la ayuda humanitaria, cercando toda la Amazonía del país.

El avance de la Triple Frontera se da en un contexto en el que Estados Unidos ya está instalado en Paraguay, en la base de Mariscal Estigarribia, en el Chaco paraguayo, y en Brasil, en Maranhão, en la base de Alcântara, con la mirada puesta en el Amazonas.

En 2003, el gobierno de Luis Inácio Lula da Silva (PT) decidió retirar a Brasil de un acuerdo que otorgaba acceso a EE.UU. a la base de Alcântara, por entender que la iniciativa violaba la soberanía nacional. Meses después, la plataforma sufrió una explosión que dejó 21 trabajadores muertos y la destrucción de un prototipo de lanzacohetes, casi listo. “Es una región sobre la que Estados Unidos ha reclamado soberanía desde 1817, comenzando con el argumento de que el río Amazonas es una continuación del río Mississippi. Ya vaticinaron la riqueza de la Amazonía, con sus más de mil ríos, grandes reservas de agua dulce en el planeta, biodiversidad, plantas, que sirven de insumo al 80% de los medicamentos de los laboratorios farmacéuticos”, destaca Bruzzone.

“Luego se descubrieron hidrocarburos y minerales, que son altamente estratégicos para el desarrollo de la industria aeroespacial”. El año pasado, el gobierno de Jair Bolsonaro retomó el acuerdo con Estados Unidos, entregando las operaciones de lanzamiento de cohetes a tres empresas yanquis y una canadiense.

En ese sentido, la instalación de una base en la Triple Frontera sigue siendo considerada por los organismos como una pendiente para Estados Unidos, así como fortalecer su presencia en toda la región ante el crecimiento geopolítico de China y Rusia. “Varias intervenciones de senadores y otros representantes estadounidenses ya expresaron la necesidad de fortalecer su presencia en el ‘patio trasero’ de Estados Unidos, que son todos los países latinoamericanos”, enfatiza Fernando los Bragas, integrante de Multisectorial “No a los militares”. base yanqui en Neuquén”. “La llegada de Laura Richardson este año representa el acuerdo, que en realidad es una rendición absoluta”. Base en Neuquén sin licencia social Fue con el cambio de gobierno que el proyecto militar estadounidense avanzó en la Argentina.

Con la elección de Mauricio Macri (Partido Republicano – PRO), abiertamente simpatizante de los acuerdos asimétricos de la región con Estados Unidos, el entonces presidente, en 2018, firmó un contrato con el Comando Sur para la construcción de la base militar en Neuquén. Y fue más allá, ofreciendo la instalación de Estados Unidos en la ciudad de Ushuaia, el punto más austral del continente y punto estratégico de acceso a la Antártida. Como parte de Tierra del Fuego, archipiélago que forma la “punta” final del país y del continente, la zona es codiciada para la creación de un Centro Logístico Antártico como escala para las rutas marítimas hacia la Antártida.

Es un proyecto antiguo que mueve conflictos geoestratégicos entre China y Estados Unidos. La propuesta de Macri no avanzó por la negativa del gobierno provincial. El gobierno de Alberto Fernández (FdT) ya ha manifestado el deseo de que China participe en el proyecto, en el que Rusia también ha mostrado interés.

Actualmente avanza el desarrollo del Polo Estratégico, pero con recursos propios del Estado, según el ministro de Defensa, Jorge Taiana.

En 2016, el diputado Luis María Bardeggia (Frente de Todos – FdT), de Río Negro, Patagonia, envió una solicitud de información al Poder Ejecutivo expresando su preocupación por las negociaciones con el gobierno de EE.UU., reportadas solo por los medios de comunicación. Asimismo, el año pasado la diputada Patricia Jure (Frente de Izquierda y de los Trabajadores – FIT) y el concejal César Parra (Partido Obrero) enviaron un proyecto solicitando aclaraciones al Ejecutivo, ya del gobierno de Alberto Fernández, y al de la provincia de Neuquén. “Cualquier base o intervención humanitaria ante catástrofes para la Defensa Civil debe construirse con fondos provinciales o nacionales, no con una donación de una fuerza militar o de un organismo imperialista responsable de masacres en todo el mundo”, afirmaron Jure y Parra en el comunicado.

Fue a finales del año pasado que las actividades sobre el terreno llamaron la atención de la población. Ahora cercada con alambres y con la estructura inicial ya lista para la instalación, todo indica el avance de las obras de la estructura, proyectada en unos 600m² y ubicada cerca del aeropuerto de Neuquén y de los ríos Neuquén y Limay.

En noviembre, la comunidad neuquina presentó una acción de apoyo a través de la Multisectorial para exigir documentación sobre el acuerdo entre Argentina y Estados Unidos. Según los denunciantes, el proyecto está “camuflado como ayuda humanitaria”.

“Estamos trabajando con el objetivo de informar a la sociedad sobre esta situación y lo que significa la presencia del Pentágono en cualquier país”, explica Leonardo del Grosso, miembro de Multisetorial y residente en Neuquén. El activista destaca que las irregularidades en el proceso de instalación de la base son solo una demostración más de sus verdaderas intenciones. “Donde está el Pentágono, hay terrorismo, narcotráfico, tortura, abuso, masacres”, señala.

La región patagónica cuenta con importantes reservorios de agua dulce y uno de los mayores reservorios no convencionales de gas y petróleo: la formación Vaca Muerta, ubicada en su mayor parte en la provincia de Neuquén. Además, las organizaciones alertan de la cercanía con las hectáreas propiedad del magnate británico Joe Lewis y las Islas Malvinas, archipiélago parte del territorio argentino ocupado por Gran Bretaña desde 1833. “Lewis ha instalado un aeropuerto de 2km de largo en la provincia de Río Negro, junto al Océano Atlántico, a través del cual hay constantes intercambios aéreos con las Islas Malvinas”, señala Fernando los Bragas, destacando la alianza entre Reino Unido y Estados Unidos sobre la región.

Así, la Patagonia es un territorio en disputa, entre los movimientos de los gobiernos nacionales y provinciales, los intereses geopolíticos de las potencias mundiales y la soberanía de las comunidades locales y pueblos originarios, quienes son continuamente expulsados ​​de sus territorios en favor de actividades extractivas. En este sentido, los planes detrás de una ayuda humanitaria anunciada para la instalación de bases estadounidenses quedan expuestos, como dice Bruzzone, si trazamos un mapa siguiendo las zonas en disputa por parte de EE.UU.

“Localidad de Resistencia, en la Provincia del Chaco, y la Triple Frontera: Acuífero Guaraní. En la provincia de Neuquén: formación de Vaca Muerta. Seguimos a Ushuaia: acceso al Atlántico Sur e Islas Malvinas. Es el control total del Estrecho de Magallanes y el Canal Beagle y las comunicaciones entre los océanos Atlántico y Pacífico”, dice Bruzzone, al señalar que la base estadounidense es como una base de la OTAN en las Malvinas.

“Así, tienen el control de toda la plataforma continental argentina y todos los yacimientos de hidrocarburos y nódulos polimetálicos en alta mar en el Atlántico Sur, concentraciones de minerales altamente estratégicos para industrias de todo tipo, pero principalmente aeroespacial. También extienden su proyección al océano Índico y al resto de Sudamérica y la Amazonía”, apunta. Para la historiadora, en este esquema radica la diferencia entre la visión imperialista de este territorio como el “patio trasero” de Estados Unidos o “Nuestra América”, así como de todo el continente africano y los países de Asia Occidental. “Eso explica todas estas ofensivas imperiales y colonialistas que se están dando en todos los rincones del planeta. Donde están las bases, están nuestras riquezas naturales”, dice la investigadora en geopolítica.

Fuente: Resumen Latinoamiericano

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