Los atributos del colibrí van más allá de su vuelo veloz y su plumaje colorido, destacándose también por un recurso fisiológico vital.
Con sus deslumbrantes colores, el colibrí es uno de los animales más indefensos y bellos que suele aparecer en nuestro jardín y que muchas veces se lo asocia la buena suerte. Una pequeña ave que simboliza la belleza, rapidez y transformación. Sin embargo, sus atributos van más allá de su vuelo veloz y colorido plumaje, ya que también sorprende con sus hábitos nocturnos.
Cuando cae la noche, los colibríes dejan atrás su frenético aleteo y entran en un mundo completamente distinto. Estas aves suelen dormir en ramas de árboles, colgando boca abajo, o en nidos, en el caso de las hembras que cuidan a sus crías, según detalla Bird Watching, la revista especializada en aves silvestres y observación de aves en América del Norte.
En primer lugar, eligen ramas ocultas para protegerse y luego, su ritmo cardíaco se ralentiza. De esta forma, estos pájaros entran en un estado fisiológico conocido como torpor, una especie de hibernación temporal para conservar energía durante la noche.

Un mecanismo vital para la supervivencia nocturna
Los colibríes son aves estrictamente diurnas, lo que significa que su actividad se limita a las horas de luz. A lo largo del día, consumen grandes cantidades de energía para mantener su rápido metabolismo, pero cuando llega la noche, buscan un refugio seguro y entran en un estado de letargo conocido como torpor.
Durante el torpor, su frecuencia cardíaca y respiratoria disminuyen drásticamente, su temperatura corporal desciende y su respuesta a estímulos externos se reduce al mínimo. Este mecanismo les permite conservar energía y sobrevivir varias horas sin alimentarse, un aspecto clave para su supervivencia
Este estado fisiológico no es tan prolongado como la hibernación de algunos mamíferos, pero es lo suficientemente extremo como para permitirles soportar temperaturas de hasta 3,3°C sin afectar sus órganos vitales.
Al despertar, los colibríes requieren entre 20 minutos y una hora para recuperar su temperatura corporal y restablecer sus funciones metabólicas. Este proceso gradual es esencial para evitar un choque térmico y garantizar su bienestar.
Los hábitos nocturnos de los colibríes revelan que esta ave es mucho más que su colorido plumaje. Su organismo, perfectamente adaptado a su estilo de vida tan activo, sorprende por su capacidad para hacer frente a los desafíos que implica su increíble energía y metabolismo, destacándose como una verdadera maravilla de la naturaleza.
Fuente: 26 Planeta