Los lápices siguen escribiendo

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Claudio de Acha, Horacio Úngaro, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, María Clara Ciocchini y Daniel Alberto Racero aún continúan desaparecidos. Gustavo Calotti, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler lograron sobrevivir.

La noche del 16 de septiembre de 1976, en La Plata, en un operativo conjunto, la policía bonaerense y el Batallón 601 del Ejército, secuestraron y torturaron a diez jóvenes militantes de la UES y Juventud Guevarista. Claudio de Acha, Horacio Úngaro, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, María Clara Ciocchini y Daniel Alberto Racero aún continúan desaparecidos. Gustavo Calotti, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler lograron sobrevivir.

Aquella velada, conocida como la Noche de los Lápices, se llevó a cabo en el marco de la dictadura cívico-militar-eclesiástica, que instauró un régimen de terrorismo de estado y un sistema político, económico y social, marcado por un alto costo social, fogoneado al calor de la Doctrina de la Seguridad Nacional y el centro de poder, Estados Unidos.

En diciembre de 1983, se inauguró una nueva etapa democrática y significó la vuelta a la institucionalización, conservando aquél sistema de marcado capitalismo, con un creciente ritmo de desocupación, hambre y desalfabetización. Ya no eran necesarias las dictaduras, sino que se iniciaba una nueva etapa de gobiernos legítimos, con respeto a las leyes y a las libertades individuales.

Sin embargo, tras aquel velo de las libertades democráticas se siguen sucediendo constantes y sistemáticas violaciones a los derechos humanos.

El “enemigo interno” ya no es, como en los años ‘70, el delincuente subversivo o el terrorista, sino que fue reemplazado por el marginado, el excluido del sistema.

La política represiva instaurada a partir de 1983 impone selectivamente el control y el disciplinamiento de las personas pertenecientes a las clases bajas y oprimidas- en especial en el rango etario de 15 a 25 años-, quienes viven en barriadas y villas. Se implementa a través de las detenciones arbitrarias, las torturas en cárceles y comisarías, las desapariciones forzadas y ejecuciones sumarias a manos de miembros de las fuerzas de seguridad, ésto es las muertes por “gatillo fácil”. Por otro lado, el Poder Judicial y el Ministerio Público Fiscal aseguran la impunidad de los verdugos.

A 45 años, los lápices siguen escribiendo. ¿Cómo? Denunciando día a día los hostigamientos, torturas y muertes de nuestrxs pibes a manos de las fuerzas de seguridad.

Fuente: Correpi

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