Casi 18 mil elefantes marinos murieron por gripe aviar

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Ocurrió en Península Valdés, Chubut, donde habita la mayor colonia continental de esta especie en todo el mundo. Especialistas estiman que la población de esta especie tardará décadas en recuperarse, y advierten que el cambio climático agravará este tipo de pandemias.

Los elefantes marinos son mamíferos que viven entre la tierra y el mar. Pueden sumergirse hasta más de mil metros de profundidad en busca de peces y calamares. Salen del agua a principios de primavera para reproducirse. Los machos, que pueden medir cinco metros de largo y pesar hasta 4.000 kilos, pelean entre sí por las hembras.

Península Valdés, en la provincia argentina de Chubut, alberga la mayor colonia continental de esta especie (Mirounga leonina) en todo el mundo. Se acercaba a los 60.000 individuos a finales de 2023, cuando un brote de gripe aviar mató a la casi totalidad de las crías de ese año y hasta el 60% de las hembras reproductivas en las áreas de mayor densidad. Año y medio después, científicos argentinos advierten en un artículo publicado en la revista Marine Mammal Science que la colonia pasó de estar fuera de peligro a ser considerada como vulnerable y estiman que tardará décadas en recuperarse.

El virus bajó por el litoral del Pacífico, dio la vuelta en el extremo sur del continente sudamericano y empezó a subir por la costa Atlántica hasta Brasil. A su paso atacó numerosas especies de aves marinas y de mamíferos que, en algunos casos, como los elefantes marinos de Península Valdés, tuvieron una tasa de letalidad sin precedentes.

Elefantes marinos sin vida en la playa. Marcela Uhart – UC Davies

En cuestión de semanas, el hogar de la colonia se convirtió en un cementerio. “Ir a la playa y encontrar tantas crías muertas fue absolutamente desolador”, recuerda por teléfono Valeria Falabella, directora del programa de conservación costera marina de la organización de conservación WCS y una de las firmantes del estudio. Falabella asegura que en las cuatro décadas de monitoreo de esta especie nunca habían visto una mortandad similar.

“Algunas crías murieron por el virus, pero otras de inanición porque hubo hembras que hicieron abandono de cría, se fueron antes”, describe esta bióloga marina. Una hipótesis es que las madres volvieron al océano antes de completar la etapa de amamantamiento —que se extiende por unos 20, 25 días— para ponerse a salvo de la amenaza.

De las cerca de 18.000 crías que nacieron en 2023, murieron el 97%, según el censo realizado. Muchos recién nacidos de esta especie no sobreviven el primer año de vida, cazados por tiburones, leones marinos y orcas, entre otros depredadores. De haberse frenado ahí el virus, los investigadores preveían que la colonia tardaría aproximadamente diez años en recuperarse. Pero el censo a pie realizado a finales de 2024 —a la espera de sumarle los resultados de las imágenes aéreas— muestra que diezmó también a las hembras en edad reproductiva. En las áreas de la playa con mayor densidad, se contabilizaron hasta un 60% menos que en años previos; en las de menor densidad, la caída fue aproximadamente del 30%.

Falabella pide esperar un año más para tener una imagen más precisa del verdadero impacto y dar un número de la población actual. Anticipa que el daño ha sido grave y, aunque no irreversible, destaca que “como mínimo van a pasar 50 años para que la población se pueda recuperar”. A medida que se acelere el cambio climático, “se van a exacerbar este tipo de pandemias”.

Los elefantes marinos pasan el 70% de su vida en el agua, pero van a tierra para aparearse, parir a sus crías y mudar la piel. En ese hábitat son mucho más vulnerables que en el mar, en especial al final de la etapa reproductiva, cuando los machos han perdido mucho peso por el ayuno prolongado que les exige defender el territorio y aparearse y las hembras por los entre 20 y 25 días del período de lactancia.

Fuente: El País